Los Canastos Salvadoreños, elaborados de vara de bambú, forman parte de la cultura de El Salvador. Su elaboración es un oficio que es considerado tradición, especialmente en el municipio de San Bartolomé Perulapía en Cuscatlán.
Vendedores de pan, comerciantes de frutas y verduras, y cortadores de café, son los principales usuarios de estos canastos, que transportan estos productos desde la finca o la panadería hasta las mesas de los hogares del territorio nacional.
Proceso de elaboración de los Canastos Salvadoreños

A pesar del estilo y de la utilidad que poseen estos canastos, su proceso de fabricación no es fácil. El conocimiento para la elaboración de este producto es transmitido de generación en generación.
“Es un trabajo que cuesta, y el material tiende a lastimar o herir las manos, pero es un trabajo con el que nos sostenemos y a nuestros hijos”, comenta Don Marcos Guzmán, residente del caserío Los Planes de San Bartolomé Perulapía.
Don Marcos agrega que el proceso de fabricación es transmitido de generación en generación, pues comenzó a elaborarlos a los diez años. Aprendió de su padre, quien a su vez, aprendió por su abuelo, y este, por su bisabuelo.
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Además, este oficio requiere de paciencia para los artesanos que elaboran los canastos, cuyo proceso comienza a partir de la búsqueda de las varas de bambú. “Debe ser una buena vara. Se corta en tiras de mediano grosor para lijarlas y después se enrollan para trasladarlas fácilmente”, agregó Don Marcos.
Posteriormente, en el taller, las tiras de bambú se parten en otras más delgadas que faciliten su manipulación y así comenzar con la base del canasto. Un artesano experimentado puede completar una base en 20 minutos, dependiendo del tamaño.
Una vez se tiene la base, se procede al “llenado” con las tiras más delgadas. Don Marcos detalló que esto tarda alrededor de 40 minutos.
Entre las herramientas utilizadas para la elaboración de los canastos, Don Marcos ocupa tres corvos de diferente tamaño para el corte de las varas y el proceso de fabricación.
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Artesanías Salvadoreñas: Sustento familiar
Catalina Elías de Beltrán, de 63 años, aprendió a elaborar estos canastos hace 4 décadas, viéndose en la necesidad de alimentar a sus 12 hijos. “Por medio de este trabajo salí adelante”, expresó.
Al igual que don Marcos, Catalina transmitió su conocimiento a sus hijos. José Armando Elías, junto a 5 de sus hermanos se dedican a la elaboración de los canastos en el caserío Los Navarro, cantón San Rafael, del municipio de Candelaria en Cuscatlán.

Los canastos tienen medidas variadas, gracias a sus múltiples usos. Desde los 20 centímetros de diámetro hasta los 80.
“La temporada donde comercializan más el producto es a partir de octubre, ya que se adquiere para la corta de café o la venta de pan, frutas, verduras y otros productos populares para fin de año”, comentó José Armando Elías.

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Los canastos salvadoreños y su predominante fama

Siendo un artículo tan popular en El Salvador, el canasto también tuvo protagonismo en un programa que tuvo un impacto positivo en la niñez. Este objeto fue protagonista de un episodio de Las Aventuras de El Cipitío, emitido en 1990.
El capítulo en cuestión recibe el nombre de “El Canasto Prodigioso”. En este, El Cipitío protagonizado por Rolando Menéndez Castro, conoce a un niño que desea trabajar en un cafetal para ayudar a su madre.
Con la simpatía que caracteriza al personaje, El Cipitío le regala al protagonista un canasto mágico con el cual puede recolectar mayores cantidades de café para así poder obtener dinero y ayudar en su hogar.
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Apoyo a los comerciantes locales

Al ser un producto artesanal, el canasto no solo cumple su utilidad como objeto de carga y recolección, sino que también apoya a la economía de los artesanos.
Los canastos pueden ser encontrados en mercados. Además, pueden ser elaborados mediante encargos a artesanos como don Marcos o la familia Beltrán.
Los precios de los canastos varían según el vendedor. No obstante, al ser productos artesanales, su compra mejora y sostiene la economía de las familias salvadoreñas. Estas artesanías son un producto popular que trasciende a través del tiempo gracias a su utilidad.