La leyenda de El Bálsamo, el otro árbol nacional de El Salvador, también conocida como la leyenda de Nabá, es una historia de amor entre un príncipe y una princesa de origen indígena, que tuvo lugar durante la época precolombina.
Esta leyenda forma parte de la gran variedad de historias que cuentan y dan a conocer sobre la cultura de los pueblos antiguos que habitaron el país.
Es un relato original del famoso escritor salvadoreño Salvador Salazar Arrué, que se toma como una explicación literaria del origen del árbol del bálsamo en tierras salvadoreñas. Debido a que este es reconocido desde la época precolombina y sus orígenes todavía no han sido claramente establecidos.
La Leyenda de El Bálsamo o Leyenda de Nabá
Cuenta la leyenda que Nabá una hermosa princesa pipil, se había enamorado de Hoitzi, un príncipe Maya-Quiché, pero, ese amor era prohibido. Atlacatl, el padre de la muchacha, se oponía a esa relación porque el joven pertenecía a otra tribu y eso lo convertía en un enemigo.
A pesar de la oposición de Atlacatl, el príncipe no se rindió. Luchó por su amada, le declaró la guerra y lo enfrentó en una noche tenebrosa de mayo, cuando los ríos desbordaban sus caudales de modo aterrador. Además, desde las espesas montañas de la costa se escuchaba el rugido del océano.
Hoitzi creyó que podía sorprender al astuto Atlacatl, sin embargo, cayó en una terrible emboscada. Su ejército quedó disperso y el campo se cubrió con cadáveres y heridos.
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Entre los heridos se encontraba el príncipe Hoitzi, quien fue abandonado por sus atemorizados guerreros. La noticia de la derrota del muchacho llegó rápidamente a oídos de su adorada Nabá.
La princesa corrió inmediatamente al campo de batalla, aprovechando que los vencedores, entre ellos su padre, celebraban su triunfo. Nabá junto a seis de sus mejores y fieles servidoras salieron en medio de la noche tenebrosa para ir en busca de Hoitzi y auxiliarle.
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Al llegar al lugar, las seis mujeres se dedicaron a ayudar a los sobrevivientes, aunque estos estaban muy mal heridos a tal grado que agonizaban. Las siervas vendaron sus heridas y les dieron a beber agua fresca.
Por su parte, Nabá sostenía sobre sus piernas a Hoitzi moribundo. Sin que las jóvenes se dieran cuenta, eran observadas por un espía de Atlacatl, quien al ver dicha escena corrió a informar a su jefe.
Atlacatl lleno de ira salió en busca de su hija, para comprobar lo que su espía le había contado. Cuando el sol comenzaba a salir, el enojado padre llegó cerca de la zona donde se encontraba Nabá junto a sus enemigos.
Cegado por el enojo tomó como una traición la acción de Nabá y en un arranque de cólera arrebató el arco de uno de sus guerreros para disparar contra su propia hija. La flecha atravesó el cuerpo de la doncella y murió. Con la misma suerte corrieron las otras mujeres y todas fueron sepultadas en ese lugar.
Después de varios años, en el lugar de la tragedia crecieron siete hermosos árboles de especie desconocida en esa época, los cuales exhalaban un aroma penetrante y emanaban un líquido oscuro que curaba las heridas. Fue así como se cree que surgió el bálsamo y la región donde floreció se conoció como costa del Pacífico y luego “Costa del Bálsamo”.