El teñido con añil se ha convertido en un símbolo de la artesanía y, en general, de la cultura de El Salvador. Desde hace unos años, su fama se ha extendido, siendo las piezas teñidas con el oro azul en uno de los más aclamados souvenirs por los turistas que visitan el país.
¿Cómo se hace un Teñido con Añil?
El teñido con añil lleva el siguiente proceso:
- Preparación del baño para el teñido con añil. Debe controlarse la calidad del tinte, chequeando los niveles de sus componentes (alcalinización de la tinta y su activación).
- Selección y lavado de las telas. Estas deben ser totalmente orgánica, a fin que el añil pueda teñir. La tela que mejor se aplica es algodón, pues se adhiere de mejor manera. La tela debe estar totalmente limpia.
- Diseño a mano de la pieza, dependiendo la técnica elegida. Pueden trabajarse: hilvanadas, prensadas o amarradas.
- Sumersión de la pieza en el tinte por un minuto. Las veces dependerá de la saturación de color deseado. Debe dar momentos de oxigenación o fijación del colorante.
- Enjuague de las prendas y, posteriormente, su secado.
- Bordados y aplicación de detalles. Si se desea se pueden realizar bordados sobre las piezas y aplicaciones de madera o piedras.
Piezas de Arte para Vestir
Entre los productos salvadoreños de exportación textil de mayor crecimiento se manifiestan prendas y fibras de mayor valor agregado, tales como abrigo, ropa de cama, suéteres de fibras sintéticas, ropa y accesorios para bebé, tela sintética.
Se conoce que en El Salvador existen varios emprendedores que se dedican a teñir telas con base añil, esos lugares son Apastepeque, San Vicente, Chalatenango, San Miguel, Suchitoto, entre otros.
El Turismo del Teñido con Añil
Existe en el país un taller donde se puede aprender de primera mano cómo es el teñido con añil. Este se encuentra en el parque arqueológico Casa Blanca, ubicado cerca de la entrada de Chalchuapa.
Turistas locales y extranjeros visitan este taller. Allí además de observar cuál es el proceso del teñido con añil, pueden experimentarlo creando sus propias piezas. Y por supuesto, pueden llevar un azul recuerdo, que portará una parte del bagaje cultural salvadoreño.
El Renacimiento del Añil
El tinte de añil tomó una nueva ola después de más de cien años de su notable reducción en la producción salvadoreña. En su búsqueda de alternativas de diversificación agrícola y agroindustrial generadoras empleos en el área rural, El Salvador impulsó la reactivación del añil. Ello porque es un cultivo apto para suelos degradados y de laderas.
Además, este tinte ofrece posibilidades de valor agregado por medio de actividades artesanales, contribuyendo a la actividad económica de cientos de familias. Así mismo, la contribución de este esfuerzo al rescate del patrimonio histórico y cultural nacional ha sido otro elemento motivador.
El famoso tinte de añil es parte del legado histórico-cultural y socio-económico de Mesoamérica, particularmente de El Salvador. Usado durante la época precolombina para teñir textiles y cerámicas principalmente, los españoles, después de la Conquista, iniciaron en Nicaragua la industrialización de la extracción del añil.
Luego, la industria se trasladó a El Salvador, en donde se estableció definitivamente. El añil se convirtió en un importante producto de exportación hacia Europa. Allí compitió con el colorante europeo llamado Pastel hasta tal punto que Europa restringió – y sancionó – las importaciones de añil.
En lo que es el territorio actual de El Salvador, durante la colonia llegó a contar con más de 6,000 obrajes. El añil fue el principal producto de exportación de la provincia de San Salvador. Ello fue hasta 1872, cuando ya siendo República, la nación desplazó este producto por el café.
Conozca más sobre el teñido con añil leyendo el artículo “El Añil de El Salvador; Oro Azul de la Colonia”.
