El padre Moisés Morán tuvo que reinventarse en la pandemia. Él es el sacerdote de la iglesia Nuestra Señora del Rosario, en Santa Ana. Cuenta que el cierre del templo lo puso en una situación complicada.
El religioso sabía que quedarse de brazos cruzados nunca fue una opción. Debía pagar los servicios del templo. Y tenía que buscar alternativas para los empleados de la iglesia.
Algo era claro. El padre Moisés no quería ser una carga para la comunidad. Fue entonces que surgió la idea de la Pecera Divino Niño.
“La idea era paliar la situación que no nos estaban llegando ofrendas. Era feo decirle a la gente ‘traigan ofrendas’ sin poderles asistir directa y presencialmente”, explicó.
Para el sacerdote transmitir la misa en redes sociales no era suficiente. Debía buscar una solución. La pecera era “una manera de ayudar a la comunidad y ayudarnos a nosotros mismos de manera directa”, dijo a Guanacos.com
La pecera, un “desafío divino”
Las ganas de salir adelante estaban a tope. El sacerdote cuenta que pensaron que no sería tan complicado. Al principio pensaron: “¿Por qué no la ponemos? Solo es de hacer la pila”.
Rápidamente se dieron cuenta que la pecera era más que eso. Que es un cuido bastante grande. Descubrieron que requiere atención de tiempo completo.
“Si nos va bien, qué bendición. Y sino, al menos nos vamos a bañar en la pila. Así surgió la idea”, dijo, entre risas, el sacerdote.
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Un inicio complicado para el emprendimiento
“Los primeros días fueron muy duros. Estábamos alegres porque habíamos dado inicio al proyecto. Fue justo un 20 de julio. El día de la fiesta del Divino Niño en Colombia”, cuenta el sacerdote.
“Los primeros 10 días hubo que estar ahí vigilando 24/7. Tuvimos una pérdida de casi 115 libras. Se nos murió el pescado. No sabíamos por qué. No hallábamos qué hacer. Pero no nos desanimamos”, agregó el padre emprendedor.
Pese a que perdieron la primera ganancia, obtuvieron experiencia. Se fortalecieron para no rendirse.
Un proyecto generador de empleos
“Hoy más que nunca la gente necesita sus trabajos. No podía despedirlos. No podía bajarles el sueldo. Porque considero que las necesidades en la casa siempre están”, explicó el sacerdote. Pese a la crisis, mantuvo los nueve puestos de la iglesia.
“Por esa razón, dado que no nos alcanzaba la chiva para cubrir los gastos, decidimos comenzar este proyecto. Aventurándonos”, recalca.
Pero eso no es todo. No solo no despidieron a ningún trabajador. La Pecera Divino Niño generó tres empleos más. Un encargado de las tilapias, una persona para área administrativa y otra que hace las entregas.
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Pecera Divino Niño llegó al cliente mil
“Para nosotros fue una inmensa alegría. Pero es también un reto porque las personas necesitan que uno innove. No significa que venderé tiburones mañana. Pero sí hay otros rubros que podemos explorar”, explicó.
Como agradecimiento, al cliente mil le entregaron una cortesía. El sacerdote cuenta que fue un lindo momento. “La persona estaba muy contenta de haber recibido ese estímulo”, dijo.
En busca de la autosuficiencia
La Pecera Divino Niño vino para quedarse. El padre Moisés espera hacer una reproyección del emprendimiento. Para ellos ha buscado una evaluación externa.
El sacerdote espera que la Pecera Divino Niño genere un empleo más.

“El proyecto, aunque ya se abrieron los templos, pretendo que siga adelante. Quiero que sea autosuficiente y que dé un respiro económico al santuario”, dijo.