Max pasó de estar casi todo el día fuera de su casa, atendiendo más de 15 citas semanales dando asesoría migratoria en diferentes partes del país y generando ingresos suficientes para él y su familia a quedarse en su casa encerrado por la pandemia, sin clientes y sin efectivo.

Como muchos salvadoreños, su negocio, en este caso de asesoría migratoria, pasó de 100 a cero en apenas unos días, y lo que le había dado para vivir y desarrollar sus planes, entraba en una etapa de suspensión sin una fecha cercana de retorno, dado que también los aeropuertos quedaron cerrados.
Una crisis que fue la madre de la invención
Durante dos meses batalló entre la idea de cómo recuperar su negocio, explorar cuánto tiempo tardaría en recobrarlo o buscar formas de generar nuevas fuentes de ingreso. En ese tiempo, los ahorros que tenía la familia, por la venta de un carro, se diluyeron en pagos.
Su esposa y él se aferraron a la cocina, un hobby que disfrutaban entre amigos pero que en medio del encierro de la cuarentena decretada por el gobierno a causa del Covid-19, consideraron que podría ser una nueva fuente de ingresos.

“Nos acordamos que teníamos en la refri cinco a seis libras de cerdo, y dijimos probemos, aquí en la colonia donde vivimos. En ese momento nadie vendía nada. Con esas seis libras hicimos chicharrones. Teníamos una foto de una vez que hicimos para nosotros y con esa armamos el arte, para hacer la promoción”
Max
Lo que vino después fue una carrera por fijar el precio del plato, decidir los acompañamientos y buscar el elemento diferenciador: Así nació Oink Oink, con su especialidad, el cerdo.
Un emprendimiento en familia
Ese viernes cocinaron con su esposa. “Toda la familia se involucró de alguna manera, es un trabajo familiar”, asegura Max. Prepararon los platillos y salieron a repartir. Para su sorpresa vendieron todo. Y al día siguiente debieron ingeniárselas cómo comprar más carne porque todavía había restricción de ingreso al supermercado por DUI.
Un amigo que iría al supermercado les compró lo que encargaron y pudieron hacer producción para ese día. “Eso que era una restricción también fue un boom para nosotros, porque aquí en esta colonia no viene tanto domicilio, entonces la gente quería comer algo diferente”, cuenta Max.

Ahora, en frío, piensa que esos ahorros pudieron servirle para iniciar el negocio con más holgura, pero en el momento, estaban tratando –como muchos- de entender lo que se venía. “Así hubiéramos sentido menos el encierro, hubiéramos estado ocupados y quizá hubiéramos padecido menos, pero toca aprender.Fue la situación económica la que nos dio elempujón final”, cuenta este emprendedor.
La Asesoría Migratoria nunca supo tan bien
Su buena cocina gozaba de prestigio entre los amigos, alguna vez se plantearon poner un negocio, pero lo que nunca imaginaron es que lo harían desde casa. “Nosotros queríamos iniciar con un local, pero allí toca inversión, si hubiésemos hecho esto desde un local, contratar a alguien, vemos el espejo de muchos negocios que han cerrado porque estos tres meses no han podido salir con sus cuentas, por eso sirvió iniciar desde acá. Son tres meses y medio, de aquí a un año quizá las cosas estén mejor”, dice con optimismo.
Hace un mes comenzó a retomar lentamente sus asesorías. Asegura que no hace ni el 10 % de lo que hacía antes de la pandemia, pero sabe que pronto mejorará. Lo que no dejará es este negocio de comida, porque han recibido una respuesta buena de sus clientes “Nos hace soñar”, asegura.
En casa, cada quien se especializa en un plato. Él por ejemplo, hace las costillas en salsa BBQ, pero el menú incluye chicharrones, bandeja paisa, yuca, cochinita pibil y parrilladas completas.
Intentan ir innovando y atienden toda la semana a excepción del lunes.
Si quiere probar la cocina de estos emprendedores, los puede encontrar como @Oinkoinksv en instagram.