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José Castellanos, el “Schindler” salvadoreño

Una historia que merece ser difundida, la de un diplomático, José Arturo Castellanos, muy humano y prominente de El Salvador. Como él, muy pocos, casi contados.

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Un nombre muy familiar en la cotidianidad

En San Salvador, un “Boulevard” lleva el nombre del difunto Castellanos, aunque es más conocido como “Boulevard Venezuela”. La historia de Castellanos, nada tiene que ver con lo que se sabe de los militares salvadoreños en general.

Coronel Castellanos, primero de izquierda a derecha, en una cena junto a su asistente justo en el otro costado, el rumano George Mantello. / Foto: collections.ushmm.org

¿Quién fue?

El militar José Arturo Castellanos fue un prominente salvadoreño quien durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como diplomático en la ciudad de Ginebra (Suiza), ciudad donde logró salvar del Holocausto a 40 mil judíos del exterminio impuesto por los nazis.

Humanamente, dicha acción tuvo sus complicaciones para llevarla a cabo por Castellanos. Estar en territorio suizo (históricamente neutral en la Segunda Guerra Mundial) le ayudó a realizar dicha faena, pero eso no fue definitivo para lograr su cometido.

Así dio rienda a su carrera

José Arturo Castellanos nació en 1893 en territorio salvadoreño, dentro del seno de una familia católica y de militares. Cuando tenía entre 15 y 17 años aproximadamente, decidió ingresar al ejército, tal y como lo hiciera en su momento su padre, y comenzó a forjar una carrera que es muy recordada al día de hoy. 

En 1930 viajó a Europa para completar su educación. Según su biografía , publicada en el sitio web de Yad Vashem, a los 44 años el coronel Castellanos fue enviado como diplomático a Inglaterra, y en 1938 fue designado a Alemania, en pleno hervidero previo a la Segunda Guerra.

Pieza conmemorativa en honor al Coronel Castellanos en exhibición postal. / Foto: Cancillería de la República

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Sintió compasión del pueblo judío

Allí, Castellanos fue testigo de la persecución a los judíos por el régimen nazi. Ante esto, preguntó a sus superiores si podía concederles visas a los judíos, para que estos pudieran escapar del país, pero su petición fue negada de inmediato. No la iba a tener fácil.

Pero el coronel Castellanos no se rindió. En 1939 envió una carta al Ministro de Relaciones de El Salvador, donde describió la situación de los judíos, le pidió ayuda. Increíblemente, desde acá no le dieron una respuesta positiva.

La vital faena

Sus nietos, Boris y Álvaro Castellanos, elaboraron el sitio web del documental “Castellanos Movie”. Éste sostiene que el coronel desobedeció las órdenes recibidas del gobierno cuscatleco y comenzó a extender visas y nacionalidades salvadoreñas a los judíos. Así, evitó que fueran enviados por los nazis a los campos de concentración, lugares insalubres donde eran coaccionados a trabajar en condiciones inhumanas o asesinados.

En 1942, cuando la guerra en continente europeo llegaba a su punto más cruel, Castellanos asumió el cargo de cónsul de El Salvador en Ginebra. Allí nombró a George Mandel-Mantello, un refugiado judío de origen rumano y amigo suyo, como primer secretario del consulado para llevar a cabo esta obra de humanidad pura.

Afiche del estreno del documental de Castellanos en Alemania. / Foto: mmz-potsdam.de

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¿De tanto servía?

Castellanos autorizó a Mandel-Mantello a entregar, de forma clandestina por supuesto, pasaportes y certificados de ciudadanía salvadoreña a miles de judíos.

La institución Yad Vashem detalla que quienes obtuvieran estos beneficios estaban a salvo, debido a que El Salvador era considerado un país neutral, al no ser partidario de ninguno de los bandos que combatieron durante la Segunda Guerra Mundial. Y eso que El Salvador le declaró la guerra a los alemanes, pero esa es otra historia.

Castellanos hizo que la expedición de más de 13 mil documentos salvadoreños no tuviera ningún costo. Estos papeles fueron enviados a través de sus contactos a los judíos que residían en Francia, Hungría, Alemania, Holanda, Eslovaquia y Rumania.

Según indica el sitio web de “Castellanos Movie”, bastaba con la emisión de un solo documento para salvar a una familia completa ¡uno solo!

La foto que cierra toda la historia, los certificados de nacionalidad salvadoreña, un documento que salvó a miles de judíos de perecer en campos de concentración. /
Foto: Haaretz

Aplausos eternos

Este gesto humano hizo que en el año 2010 se le concediera póstumamente el título de “Justo entre las naciones”, otorgado a los no judíos por Yad Vashem, una institución del gobierno de Israel constituida para honrar la memoria de los mártires y héroes del Holocausto.

Este título también fue otorgado a sacerdotes, religiosas y otros laicos quienes salvaron a los judíos en esa época.

En julio de 2016 el Papa Francisco tuvo un encuentro en el campo de concentración de Auschwitz (Birkenau), ubicado en Polonia, con los representantes de algunos “justos entre las naciones” quienes ya habían fallecido.

Una historia fascinante, sin duda. Honor y respeto total al Coronel Castellanos.

Cuando el Papa Francisco visitó Polonia y justo el campo de concentración más recordado: Auschwitz. / Foto: Aleteia

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