El Día de la Cruz es una celebración que mezcla tradiciones de los pueblos indígenas y del catolicismo. Es una tradición muy arraigada en las familias salvadoreñas.
La colocación de los altares a la cruz es una tradición que aún está presente en los hogares de los salvadoreños. Las frutas, los adornos y las cruces de jiote continúan adornando los jardines y patios de los creyentes.
Para los adultos, el Día de la Cruz representa la llegada de la estación lluviosa. Consiste en un ritual de agradecimiento por los frutos de la tierra.
Sin embargo, para los más pequeños de casa la celebración puede tomar otros matices.
El misticismo, los colores, olores, sabores y actividades relacionadas a la celebración sin duda dejan una huella en la mente de los más pequeños.
Recuerdos de infancia
Según la tradición, el Diablo llega a bailar a la medianoche a las casas que no colocan la cruz. Ese era un motivo que podía generar temor a los más pequeños de casa.
Además de agregar un aura de misterio al Día de la Cruz. Esto era, sin duda, motivo suficiente para evitar olvidar la fecha.
Otro de las actividades relacionadas al Día de la Cruz es la elaboración de adornos.
Seguramente muchos emplearon horas de sus tardes para crear gallardetes de colores. Estos sirven para adornar las cruces y darles la apariencia de estar en medio de una fiesta.
Tomar frutas de las cruces era, sin duda, una de las partes favoritas del Día de la Cruz. La tradición dicta que antes de tomar una fruta se debe adorar la cruz: persignarse y hacer una pequeña oración.
No venerar la cruz y tomar una fruta implicaría que el Diablo llegara a bailar al lugar.
Llevar frutas al colegio era otra costumbre para esta fecha. Muchas instituciones educativas fomentan este tipo de tradiciones entre sus alumnos.
Zapotes, mandarinas, piñas, manzanas, guineos, mangos y los tradicionales “coyoles” no podían faltar.
Si no bastara con la cruz en casa o en el colegio, se podía visitar a los vecinos.
Alguno seguramente vio o escuchó sobre las tradicionales palancas o varas de bambú en San Juan Nonualco, departamento de La Paz.
Esta procesión se realiza cada mayo y se fusiona con la Danza del Tigre y el Venado, que obtuvo la declaración de Bien Cultural en 2015.
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Salvadoreños comparten sus altares
La cuarentena domiciliar obligatoria no impidió que los salvadoreños vivieran la celebración del Día de la Cruz.
La pandemia no mermó la fe de los salvadoreños. Igual que en Semana Santa, las redes sociales sirvieron para que los guanacos compartieran sus decoraciones.
Incluso salvadoreños en el exterior compartieron cómo mantienen viva la tradición y transmiten a las nuevas generaciones.
¿Y tú, cómo vives la tradición del Día de la Cruz? ¿Colocaste la cruz este año? ¿Qué recuerdos te trae esta celebración?