Walter Deininger es un personaje importante en diferentes sectores de El Salvador. Sus numerosos aportes en educación, salud, ecología, entre otros, le valieron para ser reconocido con la Orden Nacional José Matías Delgado, entregada a ciudadanos cuya contribución sea eminente en el país.
Si bien, hizo esfuerzos para que sus aportes no se dieran a conocer, con una personalidad filántropa, es innegable que sus obras impulsaron el crecimiento en el país.
Historia de Walter Deininger
Walter Deininger nace un 11 de septiembre de 1891, en Sololá, departamento de Guatemala. Hijo de Héctor Deininger y Marie Burdach de Deininger, creció junto a sus cuatro hermanos y a temprana edad visitaba El Salvador a menudo.
En 1900 se muda junto a su familia a Hamburgo, Alemania, para recibir educación alemana, aunque únicamente logró alcanzar el título de Técnico Mercantil. Su padre fallece en 1911, cuando Deininger tenía 20 años, lo que supuso el parón completo de su educación.
Un año después, en 1912, Walter y su familia regresan a El Salvador. Fue en este mismo año donde empezó a hacerse responsable de los negocios familiares. En 1928, cuando se casa con Friedl Clotilde Weig, en Alemania, aunque la pareja no procreó hijos.
En 1939 cuando recibe la nacionalidad salvadoreña por naturalización, aunque esto le supuso perder la nacionalidad alemana. Este tipo de nacionalidad se recibe cuando una persona ha adquirido vínculos con un segundo Estado, producto de la estancia u otros motivos, como matrimonio, negocios, etc.
En este mismo año se desarrolla la 2da Guerra Mundial. Walter fue apresado en Estados Unidos por ser hijo de padres alemanes, a pesar de haber sido naturalizado como salvadoreño. Durante este tiempo, EEUU intentó confiscar sus bienes, pero el Estado Salvadoreño intervino en esta situación, regresándoselos íntegros y en buen estado una vez fue puesto en libertad.
En el año 1965, vuelve a contraer matrimonio, esta vez con Emilia Colocho, quien se mantiene junto a Deininger hasta su fallecimiento, el 5 de abril de 1968, a causa de un síncope cardíaco.
Su obra en el país
La obra de Walter Deininger en El Salvador fue extensa. Sus esfuerzos en diferentes sectores de la sociedad fueron notorios y entre ellos destacaron aquellos realizados en educación y salud.
En el sector de educación, se construyeron diferentes centros educativos. Entre ellos:
- Kindergarten Nacional de Antiguo Cuscatlán.
- Hospicio Belén, de Santa Tecla.
- Instituto Dominicano Nuestra Señora de Fátima, de Santa Tecla.
- Instituto Dominicano San José, de Quezaltepeque.
- Colegio Espíritu Santo, de San Salvador.
- Escuela Secundaria de Quezaltepeque.
- Escuela Normal de Maestros “Alberto Masferrer”.
- Colegio Santa Isabel, de Cojutepeque.
- Escuela de Artes y Oficios del Colegio Santa Cecilia de Santa Tecla.
- El Centro Escolar “Walter Thilo Deininger”, en Antiguo Cuscatlán.
- Instituto Nacional “Walter Thilo Deininger”, en Cojutepeque.
En temas de salud, sus esfuerzos fueron dedicados al combate de la tuberculosis, enfermedad que estaba afectando al sector público de El Salvador. Por mucho tiempo importó medicamentos antituberculosos para los diferentes hospitales del país.
Junto a ello, también apoyó la construcción y equipamiento del Pabellón Deininger, en el Sanatorio Nacional y donó equipo de rayos X al Hospital San Rafael.
En el área religiosa, se construyó la Basílica de Guadalupe. También fueron construidas las Iglesias de Antiguo Cuscatlán, de San Antonio, de Santa Tecla, entre otras.
Las obras de beneficencia de La Casa San Vicente de Paúl y la Casa de la Misericordia, en Soyapango, también formaron parte de los aportes de Deininger en este sector.
De igual manera, en el sector ecológico, Deininger aportó con una amplia reserva forestal en la zona de San Diego, donando una gran extensión del mismo al Gobierno de El Salvador. Debido a esto, la zona es conocida como el Parque Deininger.
Parque Walter Thilo Deininger
El Parque, nombrado en honor al filántropo, es una reserva natural importante en el país. Cuenta con 1,047 manzanas de terreno y diferentes tipos de flora y fauna, por lo que es usado como espacio de investigación ecológica y científica.
El Ministerio de Turismo de El Salvador (MITUR), considera el espacio como una “sabana tropical”, con temperaturas que rondan desde los 22°C hasta los 27°C. La altura máxima del parque es de 280 y la mínima de tan solo 10 metros sobre el nivel del mar.
La zona cuenta con una fauna variada, entre ellos armadillos (o cusucos), mapaches, venados, coyotes y un largo listado de anfibios, reptiles y aves. Referente a la flora, existen por lo menos 400 especies diferentes de árboles, muchos de los cuales están en peligro de extinción.
Una de las características especiales de la flora es que agrupa diferentes plantas medicinales, usadas por los indígenas que habitaron la zona en la antigüedad.
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Reconocimientos en El Salvador
El 14 de diciembre de 1914, la Asamblea Legislativa de El Salvador, realizó una sesión especial, en el Estado Nacional. Frente a una gran audiencia, Walter Deininger fue nombrado con la Orden “José Matías Delgado”, por todos los servicios que brindó al país con su obra. Entre otros personajes que también lo comparten se hace mención de Claudia Lars, Prudencia Ayala o Reynaldo Galindo Pohl.
Esta fue la manera en la que diferentes sectores de El Salvador agradecieron sus aportes. Sin embargo, Deininger mantuvo un perfil bajo y ciertamente sencillo, característico de un filántropo. Siempre se apartó de la notoriedad.
Su círculo social siempre fue pequeño. Entre ese círculo, se encontraban los padres de Guadalupe Grande Navarro, oriunda de La Libertad. Sus padres, Antonio Navarro y Teresa de Jesús González, fueron colonos de Deininger y estaban encargados de prevenir incendios o apagarlos si se daban, en la zona del parque.
Doña Guadalupe expresa en una entrevista para el medio Equilibrium, que, de pequeña, recibía muñecas de parte de Deininger, a quien cariñosamente conocían como Don Thilo o Don Balta. “Sus historias son muy bonitas” expresa Doña Guadalupe, recordando esas épocas.
Actualmente es la presidenta de la Asociación de Desarrollo Comunitario (ADESCO), quienes se encargan de cuidar la comunidad La Hacienda, como se conocía originalmente el terreno donado por Deininger.