La Chancha y el Mico Brujo son dos leyendas salvadoreñas que se caracterizan por un factor importante: sus protagonistas se transforman con ayuda de supuesta brujería. Su peculiar origen nace en los pueblos indígenas del país, donde la tradición decía que algunos habitantes eran brujos.
Estos relatos toman relevancia gracias a la tradición oral. De igual forma, existen testimonios de personas que afirman haber tenido encuentros con estas criaturas, lo que reaviva el temor hacia estos de generación en generación.
La Chancha

La leyenda de La Chancha cuenta acerca de mujeres que tenían el poder de transformarse en chanchas, como popularmente se les conoce en el país a las cerdas.
Estas mujeres, amparadas por la oscuridad de la noche y al estar en lugares apartados y seguros, recitaban conjuros, rezaban oraciones diabólicas y realizaban un ritual que consistía en dar tres vueltas hacia atrás y tres hacia adelante, esto según la creencia popular, para echar su alma por la boca y depositarla en un guacal que siempre usaban para estas conversiones.
Al concluir con este ritual, según los relatos populares, las mujeres se convertían en chanchas de gran tamaño, agresivas, fuertes y frecuentemente de color negro.
Según la versión que los indígenas cuentan de esta leyenda, estos seres extraordinarios eran vistos embarrados de lodo podrido, caminando al trote por las calles y emitiendo los gruñidos característicos de estos animales.
Además, se cuenta que las mujeres practicantes de la brujería no solo se convertían en chanchas, sino también en monas, ceguas, gallinas con pollos, entre otros animales; esto lo decidían al momento de la transformación.
En este enlace puede leerse y descargarse la leyenda de La Chancha.
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El Mico Brujo

Otra leyenda que involucra la brujería es la del Mico Brujo. En algunas partes también lo relacionan con otras especies como La Mona o El Chancho.
Esta historia es similar a la leyenda de La Chancha. Existieron hombres y mujeres que a las once de la noche se daban tres volantines para atrás y luego tres para adelante (saltaban hacia delante o hacia atrás).
Estas personas tenían un guacal donde dejaban su alma en el mismo y ya sin esta, tomaban figura de monos, o chanchos y se dedicaban a hacer maldades.
Eran brujos y brujas que por la noche se subían a los árboles y tiraban frutas a las personas. Se subían a los techos de las casas, saltando de un lugar a otro y arrojaban piedras a las personas que pasaban en la calle.
Cuenta la leyenda que las mujeres iban al árbol de chilamate, tomaban una de sus flores, que brotaba exactamente a media noche y decían el conjuro para transformarse. Las ancianas de los pueblos pequeños aconsejaban a los hombres que salieran con la ropa interior al revés para ahuyentar a estos seres.
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Encuentros con La Chancha y El Mico Brujo
Algunos oriundos del occidente del país dicen que se sabe de personas que han tenido “enfrentamientos” con La Chancha y el Mico Brujo. Cuando una chancha bruja se acercaba a la persona que quería dañar, aligeraba su trote emitiendo fuertes gruñidos y luego la embestía con furia.
Las víctimas, al verse atacadas por este gran animal, se llenaba de terror y trataba de correr, entonces la chancha sin darle tiempo de escapar, le daba trompadas y mordidas en sus piernas hasta derribarla. Una vez en el suelo, procedía a golpearla hasta hacerla perder el conocimiento.
Al amanecer del día siguiente la víctima despertaba toda golpeada, algunos aseguraban que amanecían sin el dinero que portaban al momento de ser agredidos por la chancha bruja.
Muchas personas trataron de atrapar y matar a la mona o chancha, pero no lo lograron, pues cuando ya estaban cerca y creyeron tenerla acorralada se les desapareció como por encanto.