La gastronomía salvadoreña acumula adeptos en todo el mundo. Europa no es la excepción. Y el guanaco Mauricio Foghagen tiene parte de esa “culpa”. Al menos en Suecia.
Este guanaco tiene 19 años en el país escandinavo. En 2020, la pandemia del covid-19 lo llevó a retarse. Ahora él ha llevado un pedacito del sabor de El Salvador a las calles suecas.
El amor por la cocina lo adquirió desde pequeño. La pasión por mezclar sabores lo hizo pensar que un día sería chef. Y lo hizo. Estudió para ser chef en Suecia.
Ahora, Mauricio plasma sus conocimientos en sus propios platillos. Él es el dueño de El Rinconcito Azul.

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De Santo Tomás a Suecia: un inicio complicado
Mauricio emigró del país en 2001. Lo hizo después de los terremotos que golpearon al país. En ese momento, él escuchó sobre un programa de asilo en Suecia.
“Cuando vine en el grupo de diciembre, todo era mentira. La mayoría fue deportado para El Salvador”, contó a Guanacos.com.
Sin embargo, Foghagen logró quedarse en suelo escandinavo. Conoció a su pareja y se casó.
Los primeros pasos de El Rinconcito Azul
Mauricio es un salvadoreño trabajador, y sueña en grande. Cuenta que ya tenía la idea de emprender en el mundo de la gastronomía. La pandemia aceleró ese sueño.
La idea comenzó cinco años atrás. Mauricio ha trabajado para diferentes hoteles y restaurantes en Suecia. “Entonces surgió la idea de que algún día pondría un negocio”, dijo.
“Entre los meses de enero y febrero, un día decidí empezar a vender comida salvadoreña. Probé”, contó.
Mauricio tenía una plaza en un hotel al norte de Suecia. Pero debido a los efectos de la crisis sanitaria, perdió su empleo. Fue el momento de reinventarse.

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El Rinconcito Azul seduce los paladares europeos
Los primeros pasos de El Rinconcito Azul fueron ventas a domicilio. Comenzó a finales de marzo, tras perder su empleo. Llevaba sus platillos a diferentes partes de Estocolmo.
“En ese momento el menú era pupusas, panes con pollo, yuca frita, tamales, quesadillas, chilaquilas, pescado frito, pinchos de camarones, platos de carne. Y fue aceptado por el cliente”, dijo.
La clientela comenzó con los salvadoreños en Suecia. Pero luego comenzó a diversificarse. El boca a boca hizo su trabajo. Las recomendaciones han llevado clientes de Hungría, Rumania, Italia y Noruega. Además de colombianos, nicaragüenses y hondureños.
Un homenaje a sus raíces salvadoreñas
Mauricio es un salvadoreño orgulloso de sus raíces. Y eso se plasma en su food truck. Aparte del nombre, el logo tiene un significado especial.
“Es la bandera de El Salvador, mi país. La bandera de Suecia, donde estoy obrando este proyecto. El templo es la iglesia de Santo Tomás, en San Salvador, el pueblo donde nací”, explicó.
“Yo quería crear algo con mis orígenes y mi segunda patria”, agregó.

El Rinconcito Azul: un sueño en grande
El proyecto inició el 11 de septiembre. En este tiempo Mauricio ha sorteado todo tipo de retos. Lograr los permisos de operación, obtener los ingredientes y alcanzar un sabor especial son parte de ellos.
El esfuerzo ha dado frutos. Cada vez son más las personas que llegan a degustar la comida salvadoreña.
“Quiero llegar a lo más grande. Y primero Dios si se puede adquirir otro carrito, lo lograré. Sino, mi sueño más grande es tener uno o dos locales con el nombre de El Rinconcito Azul”, dijo.